Nuestra Cumbre ha sido el momento clave que todos esperabamos viajando desde nuestras queridas ciudades y quiero agradecer a la organización del C40 y a todos los alcaldes que han hecho posible nuestra movilización común. Esta movilización es la de nuestros ciudadanos y tenemos que ser siempre sus portavoces. De ahí lo que llamo nuestra lealtad al terreno, nuestra lealtad al mundo real con el que nos encontramos día tras día. Es en este mundo real que se enraiza nuestro profesionalismo que no es un profesionalismo de expertos sino de pragmáticos. También resulta de la confianza y de la amistad que existe entre nosotros, alcaldes. Quiero agredeceros, queridos amigos, por vuestro compromiso lúcido ya que creo que como alcaldes, no nos gusta albergar ilusiones. Pero también por vuestro empeño apasionado, que  claro está, todos somos así : nunca nos damos por vencidos y eso no tiene que cambiar nunca!

Lo hemos tenido claro a lo largo de nuestra cumbre: la movilización concreta de nuestras ciudades se ha convertido en algo imprescindible para la comunidad internacional. Primero de todo, porque le permite tomar la medida concreta de los desafíos a los que se enfrentra. También porque nuestros territorios creativos inventan las soluciones para dar la cara a estos mismos retos. Pero más que nada, nuestro compromiso local y global crea al fin y al cabo las condiciones para un nuevo orden auténticamente multipolar y multicultural, al que contribuyen tanto el Sur como el Norte, tanto el Oriente como el Occidente. 

Así que juntos tenemos una inmensa responsabilidad. Y es la de comprometer nuestras ciudades en una transición a la vez ambiental y democrática, porque nunca una será posible sin que la otra se ponga en marcha. Hace unos momentos, cada uno pudo escuchar las declaraciones apasionantes que se hicieron en cuanto a la participación ciudadana. La conversación sí que se ha puesto inspiradora porque de hecho, se trata de un reto diario para cada uno de nosotros como alcaldesas y alcaldes. Quiero compartir con vosotros las palabras de nuestra amiga Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona, que decía de forma sencilla pero rotunda que “no hay ciudad sin ciudadanos”. Como ella, estoy convencida que la verdadera ecología es política, social, económica y cultural, de que no descarta el ser humano de su entorno, sino que le permite progresar salvando su medio ambiente. Esto es lo que vivimos en nuestras ciudades y es lo que tenemos que poner de relieve ahora para enriquecer la visión de los estados y de las organizaciones internacionales.

Porque saber hacer trabajar juntos el sector público y el sector privado, el mundo financiero y las asociaciones, las empresas las más importantes y las plataformas ciudadanas, nuestras ciudades son las más capaces a la hora de liberar el futuro. Pero aún así es necesario que nos dejen actuar. O sea que podamos emanciparnos de los viejos yugos del pasado para poner en marcha un acceso más rápido a las nuevas soluciones de hoy y mañana. Por ejemplo, es ahora esencial que como grandes ciudades, tengamos acceso directo a los fondos internacionales y a sus principales donantes. También es urgente que el derecho nos permita crear fondos soberanos y duraderos con el fin de acelerar la transición ecológica de nuestros territorios. Y eso sí que es fundamental que nos dejen manejar de forma autónoma y sin un pesado centralismo las energías renovables y reciclables. Hoy en nombre de todos nosotros, quiero decir claramente a los estados y a las organizaciones internacionales que como ciudades tenemos capacidades inmensas : dénos la libertad de usarlas y no os arrepentiráis! Liberen a las ciudades y liberarán al futuro!

De eso, se trata : liberar el futuro! Este es el título de un libro de Ivan Illich, uno de los padres fundadores de la ecología moderna y gran amigo de México donde fundó el centro de formación intercultural en Cuernavaca que se convertiría en el famoso Centro Intercultural de Documentación. Pues lo de liberar el future ha de ser nuestra meta colectiva como alcaldes y lideres globales. Liberar el futuro de la fatalidad de la catástrofe ambiental. Liberarlo de la fatalidad del populismo. Y liberarlo de la fatalidad de la profundización de las desigualdades. Estas tres fatalidades son una sola, contra la cual luchamos todos, promoviendo constantemente nuevas posibilidades.

Estas oportunidades no son nada de abstractas o ideológicas. Son tan reales y vivas como las sociedades que las amanecen. Y nuestro papel es darles todo el espacio necesario, los recursos, la amplitud. Esto es lo que hacemos en el C40 no sólo para nuestros ciudadanos, sino a través de ellos y con ellos.

Porque los ciudadanos tienen el deseo y la energía de comprometerse para cambiar el mundo desde las ciudades donde viven, donde trabajan, donde respiran. Porque saben que el cambio global tiene sus raíces en sus propias vidas, aquí y ahora.

Los ciudadanos son nuestra principal fuente de energía como alcaldes. Los ciudadanos son una energía renovable mientras confíen en nosotros. Son una energía limpia que obliga a todos los poderes sin la menor excepción a reinventarse a sí mismos. Son una energía positiva que quiere construir y no destruir, unificar y no dividir, progresar y no arrepentirse. Es con esta energía que la innovación política, económica, social y cultural podrá resolver la ecuación climática.

Sigamos asi compartiendo nuestras mejores practices en cuanto al medio ambiente por supuesto, pero no sólo. Inspiremonos los unos a los otros en todas las áreas, como lo estamos haciendo con la regeneración demócratica que suponen los presupuestos participativos. Ciudades brasileñas empezaron inspirando el mundo, luego París miro a Nueva York y Lisboa, antes de que Milán y Madrid imiten a París, y sé que ahora Estocolmo está también en esto! Ese tipo de iniciativas ciudadanas son las mejores respuestas al populismo que puede gangrenar a nuestro mundo si no consideramos a nuestros ciudadanos como las soluciones en marcha.

Dando rienda suelta a sus ideas y a sus iniciativas, nuestros 650 millones de ciudadanos podrán dar juntos la cara al desafío climático que reta a la humanidad entera. Mi punto es el de vosotros : hacer oir la voz de nuestros 650 millones de ciudadanos y podéis contar con mi determinación. Mil gracias a todas y todos.

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